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sábado, 1 de abril de 2017

No acortes tu vida con un hígado intoxicado. Depúralo ya.


Una insuficiencia hepática crónica, aunque sea asintomática e incluso aparezcan valores correctos en los análisis puede provocar importantes alteraciones en casi todo el cuerpo sin que los médicos se den cuenta de que esos síntomas sin aparente relación pueden deberse a una misma causa. En la Medicina Tradicional China, afirman de hecho que puede ser el origen de taquicardias, hipotensión, mareos, disnea de esfuerzo, falta de concentración, pérdida de memoria, alzhéimer, Parkinson, esclerosis múltiple, depresión, migrañas, caída del cabello, alteraciones de la visión, piernas pesadas, varices, hemorroides, hernia de hiato, úlcera gástrica, acidez, anemia, cansancio, osteoporosis, intoxicación celular y cáncer. Por tanto muchas veces carece de sentido tratar esos síntomas aisladamente. A consecuencia de estar tu hígado intoxicado debe trabajar mucho más, filtrar más residuos y si tu alimentación es tóxica pronto se va a resentir tu hígado. El hígado es un órgano de especial importancia.
Un hígado intoxicado puede provocar edema en varias partes del cuerpo. Una de ellas es en la cabeza, provocando mala visión, mareos y dolor de cabeza por presión craneal.
Por este y otros motivos, el hecho de tener el hígado saturado es mucho más grave de lo que en principio puede parecer. No podrá limpiar correctamente la sangre que le llega desde el intestino y se verá gravemente intoxicado.
Piensa que el hígado es el órgano más grande del cuerpo y el que más energía y vitalidad nos aporta, si lo tenemos intoxicado podemos sufrir graves trastornos.
Desde tiempos remotos la medicina china consideraba al hígado como el responsable de un gran número de enfermedades. Los avances en anatomía, fisiología y medicina, permitieron descubrir el gran número de funciones vitales que este órgano desempeña. Muchas de estas funciones coinciden, aunque la sabiduría oriental las describiera de una manera abstracta o poética, enmarcada en su cosmología del yin y el yang, los cinco elementos o las sustancias vitales: el almacenamiento de nutrientes, la regulación del organismo, la influencia sobre la digestión y la vitalidad.
Hay que tener en cuenta que una dieta adecuada ayuda a prevenir o tratar esta patología.

Síntomas de un hígado intoxicado:.

  • Cansancio, fatiga, desórdenes hormonales, problemas renales y urinarios.
  • Además también se padece de impotencia, cabello graso y caída del cabello, obesidad, grasa abdominal acumulada, problemas sexuales.
  • Problemas de visión, coloración oscura en el párpado inferior, visión borrosa, miopía, ojos hinchados, ojeras.
  • Piel y ojos amarillos, especialmente en la parte anterior de las manos y la cara, contracturas musculares, cuello rígido articulaciones y músculos rígidos.
  • Problemas de osteoporosis, adormecimiento en piernas o parálisis, personalidad irritable, Alzheimer.
  • También se detectan problemas en las encías y dientes, pesadillas, exceso de flatulencia, digestiones difíciles, colesterol alto, hemorroides, heces de color arcilla, mareos o desmayos frecuentes, asma, gota…
  • Ojos secos y pérdida de la visión, hipertensión endocraneal.
  • Tendones mal nutridos: calambres, falta de fuerza muscular, hormigueos, parestesias. Astenia
Cualquier tipo de estrés o presión bloquea de una u otra forma el funcionamiento hepático, ya que al tensionarse el cuerpo dispone toda su atención en la solución de aquello que agobia y estresa. Esto es hasta cierto punto normal y saludable, pero cuando el estrés es repetido y acentuado, el hígado bloqueará crónicamente su actividad y estará predispuesto a una congestión.
Por esto, además se desencadenarán múltiples patologías dentro y fuera del hígado, afectando otros órganos y sistemas, principalmente los ojos y los músculos (provocando contracturas, temblores musculares, tics, visión borrosa, problemas oculares, ojos enrojecidos, etc.), ya que están en relación estrecha con las funciones hepáticas, dependen de su irrigación sanguínea correcta: si esta es excesiva o insuficiente, los ojos y músculos lo evidenciaran.
Se debe destacar algo que es de suma importancia: la necesidad de tener el hígado y la vesícula biliar en buen estado para la prevención de problemas visuales.
Para la Medicina Tradicional China existen en el cuerpo cinco sistemas cuyas alteraciones serían las responsables de prácticamente todas las enfermedades que padece el ser humano. Es decir, según sus postulados cualquier tipo de patología se genera por la anomalía de uno de esos cinco sistemas. Cada uno de los cuales comanda determinadas partes del cuerpo provocando alteraciones que, desde el punto de vista convencional de la medicina alopática, guardan poca o ninguna relación entre sí. Ello implica, para el concepto oriental, que la causa o etiología real de muchas enfermedades es la misma y, directa o indirectamente procede de un único sistema alterado.
Esos cinco sistemas son:.
a). -  El hepático.
b). -  El digestivo (comprende estómago, bazo y páncreas).
c). -  El cardio-circulatorio.
d). -  El respiratorio y excretor (comprende pulmón y colon).
e). -  El renal (comprende el aparato urogenital).

En suma, para la Medicina Tradicional China cuando cualquiera de esos sistemas resulta afectado se producen diversos síntomas que no parecen tener relación entre ellos y por tanto, en la Medicina convencional o alopática son tratados normalmente por diferentes especialistas. Para los médicos orientales, sin embargo, la causa primera de todos esos síntomas es común y la solución, si la hay, es única.
Con el tiempo y la cronicidad esos cinco sistemas cada uno de los cuales provoca diferentes “enfermedades”- se afectan entre ellos y la alteración de uno acaba alterando a otro y luego a otro y así sucesivamente complicando el cuadro inicial hasta llegar a las enfermedades degenerativas y de difícil tratamiento pues la posible curación pasa ya por recuperar todos los sistemas afectados. Y contemplando siempre la relación entre los mismos.
Por otra parte, cada uno de esos sistemas se corresponde con sus propios tejidos secundarios, órganos sensitivos, coloración alterada de la piel, reacciones psíquicas o emocionales, tolerancia a ciertos sabores, actitudes posturales, etc.
Pues bien, es bueno exponer en este artículo parte de los procesos que puede desencadenar una insuficiencia hepática crónica aunque sea asintomática a nivel local e incluso se presenten valores correctos en las analíticas ya que admitiendo ese punto de vista puede ser la causa de toda una serie de importantes alteraciones a muy diversos niveles.
Resaltaremos que hace ya años, gracias a la práctica clínica, tomamos conciencia un día en consulta de la gran cantidad de pacientes que sufrían litiasis biliar (es decir, arenilla o piedras en la vesícula) por lo que la ciencia médica desarrollo un método de drenaje que limpiara la vesícula de arenillas y fangos de pequeño tamaño que son los más corrientes. Lo ha logrado pero, para nuestra sorpresa, comprobamos que al poco tiempo ¡reaparecían! Al principio se pensó en depósitos procedentes del colédoco pero luego se noto que procedían del hígado y que es en él donde realmente se fabrican las litiasis “biliares” por filtración de parte de la sangre venosa que asciende por el sistema porta. Y es que a pacientes operados de vesícula biliar se les había encontrado abundante arenilla en las heces cuando años más tarde de la operación se les drenó el sistema hepático. Y eso significaba que estaban retenidas en algún lugar. Evidentemente en el hígado porque carecían de vesícula.
¿Qué efectos causa esa arenilla en el hígado? Pues una insuficiencia hepática crónica, casi siempre sin síntomas hepáticos pero que produce frecuentemente su inflamación. ¿Y qué causas pueden afectar al hígado y, por tanto, agravar dicha insuficiencia? El consumo excesivo de grasas, alcohol y tabaco, las medicaciones agresivas, la ingesta de tóxicos. Y en cuanto a la alimentación se refiere determinados parásitos que al formar colonias en intestino e hígado ensucian el órgano afectado. Sin olvidar los nervios, el estrés, los disgustos y todas las emociones que propician un estado de irritabilidad o ira ya que trastornan el sistema hepático. Recordemos que la ira es consustancial al hígado según la Medicina Tradicional China; basta en ese sentido recordar la violencia que se genera en los alcohólicos y en los enfermos hepáticos crónicos. Agregaremos que también pueden afectarle negativamente los esfuerzos musculares desacostumbrados o excesivos pues el hígado rige la musculatura y los tendones y es un reservorio de glucógeno, alimento de estas estructuras.
EL SÍNDROME HEPÁTICO Y SUS CONCOMITANCIAS.
En el caso de inflamación hepática, hecho muy frecuente y crónico con habituales altibajos según la intensidad del elemento desencadenante se produce una estenosis (estrechamiento) del sistema porta con una reducción del flujo ascendente de sangre venosa. Y ello crea un desequilibrio entre la cantidad de sangre existente en las zonas superior e inferior del cuerpo. Es decir, la sangre se acumula en la parte inferior habiendo menos en la mitad superior. Déficit de sangre que puede ser la causa de muy diversas patologías que los médicos convencionales no relacionan con ese hecho. Es el caso de numerosos cuadros de:
Taquicardias e Hipotensión. 
La reducción del caudal sanguíneo en la parte superior del cuerpo puede producir a nivel cardíaco taquicardias ya que toda bomba se acelera cuando no dispone de suficiente fluido para bombear. Y si el corazón maneja menos sangre por las arterias fluirá también menos cantidad dando lugar a hipotensión.
Cuadros disneicos o asmáticos
Cuando llega menos sangre a los pulmones se pueden producir cuadros de insuficiencias respiratorias y asmáticas. Por tanto un insuficiente suministro de oxígeno al organismo causa síntomas que con frecuencia se confunden con una patología pulmonar.
Vértigos y mareos. 
Es obvio que si llega menor cantidad de sangre al cerebro puede producir vértigos, mareos e inestabilidad que en estos casos suele achacarse a la hipotensión sin considerar que ésta puede estar provocada por la inflamación hepática. De hecho, un mareo que conduce a una lipotimia (desmayo) no es más que un mecanismo de defensa del organismo que se da cuenta de que se necesita estar en posición horizontal a fin de que la sangre pueda llegar de nuevo fácilmente al cerebro.
Pérdida de memoria y confusión mental. 
Un deficiente riego sanguíneo puede ser también causa de pérdida de memoria, confusión mental, disminución del rendimiento mental, posible caída de cabello y disminución temporal de la agudeza visual. Síntomas que en principio remiten al normalizarse el riego sanguíneo por regularización hepática.
Depresión. 
Esta importante alteración, tomada como una afección cerebral de tipo psíquico y tratada normalmente a través del sistema nervioso, se pone de manifiesto en cuanto el cerebro deja de recibir la sangre que necesita. La hipovolemia cerebral produce una sensación de angustia, ansiedad, deseos de estar acostado (posición en la que el cerebro recibe más fácilmente el fluido sanguíneo), mareos, miedos y, en última instancia, desesperación. Pues bien, todo ello mejora notablemente al recuperarse el riego cerebral por normalización del flujo sanguíneo hepático ascendente.
Migrañas y cefaleas. 
El cuadro anterior está íntimamente relacionado con las migrañas y algunas cefaleas. Sólo que éstas se producen cuando el paciente mejora, su hígado se desinflama y la sangre sube rápidamente hacia la parte superior con mayor caudal produciendo el síndrome migrañoso, dolor pulsante en sienes y deseo de estar relajado en oscuridad y silencio. Obviamente, en cuanto el hígado se vuelve a inflamar remiten los síntomas de la migraña. La solución consiste pues en normalizar el hígado para que esos cambios de intensidad en el flujo sanguíneo ascendente no se produzcan.
Alzheimer, Parkinson, esclerosis múltiple, epilepsia y ataxia cerebelosa.
Hace ya 30 años se planteó que en muchos casos no en todos, por supuesto- enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer, el Parkinson, la esclerosis múltiple, la epilepsia y la ataxia cerebelosa pueden deberse a una deficiente irrigación del cerebro. Y que puede ser así parece demostrarlo que cuando esa falta de sangre –y, por tanto, de oxígeno se debe a una comprensión patológica del opérculo torácico que impide que la sangre circule adecuadamente por la arteria vertebral basta una sencilla operación quirúrgica que resuelva el problema y llegue de nuevo la sangre al cerebro para obtener mejorías espectaculares. Pues bien, esa falta de riego sanguíneo cerebral puede deberse igualmente al problema hepático del que nos estamos ocupando y, por consiguiente, resolviendo éste mejorar también todas esas patologías.
Varices y hemorroides. 
¿Qué sucede, por otra parte, cuando la sangre se encuentra en mucha mayor cantidad en la mitad inferior del cuerpo, en el sistema venoso, siendo incapaz de subir al tórax por estar parcialmente retenida debido a la inflamación del sistema hepático? Pues que las venas se dilatan, se distienden y se producen varices y hemorroides. De hecho muchas personas con inflamación hepática tienen las piernas pesadas y lo achacan a que están mucho rato de pie cada día cuando la causa real es bien diferente.
Úlceras gástricas, anemia y amenorrea. 
Las venas gastroepiploicas procedentes del estómago que desembocan en el sistema hepático antes de la filtración pueden dilatarse cuando la sangre queda retenida en ellas produciendo varices esofágicas o duodenales (o ambas). Y si el volumen de esa sangre aumenta mucho se pueden además distender dando lugar a micro hemorragias gástricas o úlceras. Una situación que si se cronifica, hace que la sangre tiña de marrón oscuro las heces. Lo que hay que tener en cuenta porque en las analíticas de heces la presencia de sangre es habitual y se achaca con demasiada frecuencia a la sangre contenida en la carne (aunque hoy día se empieza a experimentar con preparados capaces de distinguir en las heces la sangre humana de la animal). Pues bien, cuando las pérdidas sanguíneas vía gástrica persisten en el tiempo puede aparecer una anemia que se acompaña de gran cansancio junto a todos los síntomas ya expuestos debidos a la falta de sangre en la parte superior del cuerpo (depresión, taquicardias, disnea de esfuerzo, etc.).
Paralelamente, cuando no tenemos suficiente sangre por causa de la anemia la menstruación se hace tardía, escasa, y puede llegar a desaparecer (amenorrea); sin embargo, se normaliza cuando se recupera el volumen sanguíneo correcto.
Obesidad. 
Otro preocupante desequilibrio orgánico es la obesidad, padecida por un elevado grupo de la población mundial. La causa atribuida generalmente es el exceso en la ingesta de alimentos por lo que se suele recomendar el seguimiento de severos regímenes. Yo suelo decir que la “droga” que crea mas hábito es la comida porque cualquier drogadicto puede saltarse algunas dosis de una sustancia que le crea dependencia pero, ¿cuántas personas son capaces de no comer nada un solo día o, simplemente, de llevar a cabo un régimen riguroso o un ayuno terapéutico? El síndrome de abstinencia de la alimentación es muy difícil de superar por la mayoría de las personas.
Las micros hemorragias gástricas presentes en la úlcera de estómago conducen a una pseudoanemia crónica normalmente indetectable en las analíticas porque nuestro organismo es capaz de reproducir la sangre pérdida en pequeñas cantidades. Nos encontramos en tales casos con un cuadro anémico que se auto-regenera sólo que la pérdida de ese fluido vital produce siempre un estado de ansiedad ya que la pérdida de sangre es interpretada por el cuerpo como un camino hacia la muerte por desangrado. Por eso siempre va acompañada de un incremento del apetito para obtener los principales elementos para la fabricación de sangre. Y esos están en el chocolate, los dulces, las frutas y verduras rojas, las carnes rojas, etc. Apetito inducido para ese fin que lleva a la persona a comer en exceso con la consiguiente agravación de los sistemas hepático y digestivo además de a la cronificación de las micro hemorragias que aumentarán la anemia, la ansiedad y, por tanto, el hambre. Es el pecesito que se muerde la cola.
Osteoporosis. 
Como se ha explicado, la afectación hepática puede terminar produciendo anemia a causa de las micro hemorragias gástricas con lo que el organismo intenta por todos los medios compensar la pérdida comiendo más para fabricar sangre extra. Ahora bien, la sangre se fabrica en la médula ósea -preferentemente la de los huesos planos, por ejemplo la cresta ilíaca y para obtenerla ésta precisa, entre otros elementos, calcio. Y cuando este mineral no está suficientemente presente en la dieta el organismo no tiene más remedio que recurrir a los huesos para obtenerlo pudiendo dar lugar a osteoporosis en edades tempranas.
Fibromialgia.
Esta patología, que como su nombre indica es un “algia de las fibras musculares”, pertenece al amplio campo de influencia hepático pues el responsable del tono, vigor y resistencia de la musculatura es el hígado. Y de hecho, muchos de los pacientes que se han tratado mediante desintoxicación de hígado y riñón y, por tanto, de la mayor parte del organismo han logrado mejoras substanciales en un porcentaje elevado de casos. Algo esperanzador teniendo en cuenta que la Fibromialgia es una enfermedad de diagnóstico difícil y un tanto subjetivo.
Cáncer. 
Como ya se explico en su día los efectos sorprendentemente beneficiosos que sobre los tumores tienden a recuperar la calidad sanguínea y, por tanto, celular merced a la correcta filtración y eliminación de toxinas y elementos tumorales por parte de un hígado y riñones sanos.
Hepatitis Crónica. 
Finalizaré recordando que al tratar un cuadro hepático hay que considerar siempre la presencia de antiguas hepatitis de los tipos hoy conocidos -A, B, C y D (la E es prácticamente desconocida). Éstas dos últimas, por cierto, habituales en casi todos los estados cancerosos. Porque determinadas enfermedades infecciosas entre ellas las hepatitis, aún aparentemente curadas- dejan huella. Es decir, se puede determinar su presencia durante toda la vida del paciente lo que significa que, aún erradicada del organismo, una parte incluso negativizada en teoría, queda presente y detectable y, por tanto, activa en algún nivel. Presencia que puede producir patologías secundarias y aparentemente sin relación con la enfermedad original pero que deben ser tenidas en cuenta siempre que la patología actual nos haga pensar en una relación hepática aunque ésta parezca lejana.
Resumen. 
En definitiva, una inflamación hepática crónica bien sea  por depósitos procedentes del filtrado fisiológico que realiza el hígado en la sangre, bien por causa de una parasitosis (virus, bacterias, etc.), o bien por intoxicación puede producir, de forma parcial o total, todas estas dolencias:
1º) Hipotensión y mareos.
2º) Disnea de esfuerzo y taquicardias.
3º) Falta de concentración y pérdida de memoria.
4º) Depresión, cefaleas, migrañas, caída del cabello y alteraciones de la visión.
5º) Alzheimer, Parkinson, esclerosis múltiple, epilepsia y ataxia cerebelosa.
6º) Piernas pesadas, varices y hemorroides.
7º) Hernias de hiato, úlceras gástricas y acidez.
8º) Anemia y cansancio.
9º) Obesidad, osteoporosis y Fibromialgia.
10) Intoxicación celular y cáncer.

Obviamente todos estos síntomas no tienen por qué aparecer a la vez. Algunos pueden incluso haber convivido con nosotros muchos años, a veces desde que tenemos uso de razón. Y generalmente se achacan a nuestra “constitución enfermiza” cuando en realidad como muchas enfermedades presuntamente heredadas se deben a la sangre contaminada que la madre transmite al feto dando desde el principio a su hijo una precaria calidad de vida.
En general, todos los cuadros patológicos mencionados parecen no tener relación pero lo cierto es que en muchos casos la causa es común: una insuficiencia hepática. Y resolviendo ese problema con el tratamiento y las medidas higiénicas y dietéticas adecuadas en cada caso se podrían resolverse todos ellos. De ahí que a nuestro juicio, dada la actual intoxicación de nuestra sociedad, en nuestra consulta sugiriéramos hacer una desintoxicación hepática y renal a fondo cada dos años. Porque lo mejor es siempre prevenir.
Como Depurar el Hígado
El hígado se podría decir que es la “Depuradora” de nuestro cuerpo. Como las depuradoras, filtra los tóxicos que circulan por nuestro cuerpo y se deshace de las toxinas tanto si se encuentran en la sangre, si los has ingerido por error (intoxicación) si te los han suministrado erróneamente tras un diagnóstico equivocado administrándote antibiótico cuando realmente era contraproducente y por ende el hígado se ve obligado a trabajar en exceso, todo el sistema se desequilibra y por lo tanto la salud se deteriora y enfermas.
El Hígado también se encarga de la descomposición y asimilación de las grasas y las proteínas que ingerimos con los alimentos, a partir de la bilis.
Si el hígado no funciona correctamente quiere decir que la depuradora principal de nuestro cuerpo no funciona correctamente y por lo tanto tampoco podremos absorber los nutrientes de los alimentos que ingerimos y enfermamos.
Principalmente los órganos que se ven directamente afectados por un mal funcionamiento del hígado son: los ojos, el corazón, el cerebro, las gónadas, las articulaciones, y el riñón. Todas ellas dependen del buen funcionamiento del hígado. (Unos ojos amarillentos nos indican que el hígado no anda muy bien.)
Alimentos que son adecuados para la limpieza del hígado.
El Ajo que activan las enzimas hepáticas. Tomar un combinado de zumo de limón, con jengibre, ajo, aceite y algunos le añaden zumo de naranja o zumo de Pomelo que también es rico en vitamina C y antioxidantes (limpiadores del hígado).
Tras cada comida una taza de Té de hierbas: Regaliz, Fenogreco, Lino, Menta y Jengibre.
Comida: vegetales variados (es muy importante la variación) sobre todo los de hoja verde (Rúcula, Achicoria, Espinacas.. se puede añadir sésamo para aportar una cantidad adicional de Calcio ya que las espinacas por ejemplo tienden a capturar el Calcio en forma de oxalatos, ya que neutralizan los metales pesados y eliminar pesticidas.
En las ensaladas también se pueden añadir Aguacates que aportan energía y además como en el caso de las nueces y la cúrcuma protegen al hígado contra la sobrecarga de toxinas y ayudan a la capacidad de limpieza del mismo. La Cúrcuma incluso ayuda a regenerar las células del hígado (el tejido hepático).
Evitar tomar cereales ya que dejan residuos en su metabolismo que el hígado debiera limpiar. El único cereal que no deja residuos y no da trabajo al hígado es el Mijo. (El mijo es el único cereal que alcaliniza)
Evitar tomar carne y pescado ya que todos sabemos la cantidad de residuos y toxinas que quedan en el cuerpo tras su metabolización y esto le daría mucho trabajo al hígado.
Las grasas que son indispensables para el sistema nervioso se aportan con el aceite de oliva y con aguacates.
Cocina sin sal añadida. De esta manera ayudas a dilatar los conductos biliares para favorecer la limpieza.
Vas a tomar solo verduras frutas frescas, frutos secos y grasas poli-insaturadas (aceite de oliva y aguacate).
Debes evitar: café, chocolates, pasteles (azúcar blanca), pan (tanto de harina blanca como integral)
Las personas que suelen tomar café y lo dejan en la dieta esos tres primeros días pueden sufrir de dolores de cabeza.
Que puedes tomar para ayudar a tu hígado. Ve a la para farmacia, herbolaria o tienda naturista de tu zona y compra:
Cardo mariano: uno de los mejores remedios para el hígado (conocido como guardián del hígado), puedes beneficiarte de esta hierba en ensaladas (cruda y tierna) o en infusión. Ayuda a sanar hígado y vesícula, desintoxica, protege y reduce inflamaciones del hígado, además de ayudarlo a reparar tejidos dañados y eliminar venenos biológicos. Cuando el hígado no elimina o neutraliza sustancias dañinas el hígado se daña y deteriora. El cardo mariano previene y ayuda al hígado a eliminar estas sustancias además de que lo protege contra sus agresiones, resguarda al hígado de drogas, alcohol, hongos venenosos, sustancias perjudiciales, etc. Ayuda a eliminar exceso de hierro que daña el hígado y es un potente antioxidante que lo repara y regenera, además de que protege contra la diabetes, lo desinflama, baja el colesterol nocivo y estimula sus funciones vitales. Toma una dosis de 250mg al día para proteger el hígado y combatir diabetes y otros daños hepáticos.
Diente de León: una fuerte depuradora sanguínea, ideal para descongestionar el hígado, un tónico general para el cuerpo con propiedades anti-inflamatorias, laxantes y reparadoras. Es un tónico amargo y vesicular. Consume esta planta en ensaladas frescas o en polvo (mezclado con zumos) o infusión. La dosis varía alrededor de 500 y 2000 mg al día, según la dolencia. Una cura con diente de león es beber 3 tazas al día pero no junto con las comidas sino 30 minutos después de comer.
Alcachofa: tónico amargo con propiedades protectoras y regenerativas del hígado, depura la sangre y ayuda a mejorar las digestiones, combatir urticaria, alergias, acidez, gases, mareos, fatiga sin saber porqué, hinchazón abdominal, etc., síntomas de un hígado en mal funcionamiento. Previene hepatitis, insuficiencia hepática y problemas como diabetes, excelente para bajar de peso y eliminar colesterol nocivo y a bajar azúcar de la sangre. Además, posee propiedades que estimulan la producción de bilis y drena la vesícula, por lo que previene y combate la formación de piedras vesiculares. La mejor forma de consumir la alcachofa es comerla en ensaladas, bien limpia y cocinada con un poco de sal. Se debe rascar la carne con los dientes directamente de la hoja. Además, te puedes preparar una infusión con hojas de alcachofa, hirviendo en una taza de agua 10 hojas de alcachofa. Recuerda no endulzar con nada para mejores resultados. Evita al máximo utilizar cualquier tipo de azúcar, incluso el azúcar de dieta, que es muy nociva para el hígado. En el mercado ya venden cápsulas de alcachofa las cuales también son apropiadas para sanar el hígado.
Como alimentarte para ayudar en la depuración de tu hígado.
"Comencemos con unas sencillas matemáticas. ¿Cuántos kilos de más debes perder para alcanzar tu peso ideal y saludable? Sea cual sea tu respuesta, multiplícala por cuatro. De este modo obtendrás el número máximo de días que tardarás en conseguir tu objetivo". Así de contundente arranca 'Perder peso con la milagrosa dieta del pH', de Robert O. Young y Shelley Redford.
La clave de la dieta del pH o alcalina reside en aumentar la cantidad de alimentos o productos alcalinos y reducir el consumo de los alimentos o productos ácidos. Así, consiste en reducir al máximo los alimentos procesados, las proteínas animales, el azúcar y la cafeína, con objeto de eliminar las "toxinas ácidas" y en aumentar el consumo de alimentos naturales ricos en minerales alcalinos como el sodio, el potasio, el magnesio y el calcio. 
Para entender qué papel juega el pH de la sangre en el ámbito de la nutrición, el doctor y la doctora Young hacen así una explicación básica: "El grado de acidez es una propiedad química importante de la sangre y de otros líquidos orgánicos y se expresa en la escala pH, en la que 7,0 es el valor neutro, por encima es básico (alcalino) y por debajo es ácido. La sangre es, en circunstancias normales, ligeramente alcalina, con un pH que varía entre 7,35 y 7,45". El equilibro del ph en el cuerpo es la primera línea de defensa y la mejor resistencia contra las enfermedades, pues éstas, según aseguran, no pueden sobrevivir en un estado alcalino, pero se fortalecen en ambientes ácidos. 
Los alimentos más importantes en la dieta del pH.
Hidratarse bien es una de las claves. "El páncreas utiliza agua para alcalinizar el alimento que sale del estómago y entra en los intestinos. El cerebro necesita agua para efectuar las reacciones químicas que dirigen el cuerpo. Así, tomar agua en cantidades correctas es la parte más importante de la dieta del pH". 
Los alimentos alcalinos se encuentran principalmente en las frutas, las verduras (vegetales verdes, sobre todo), los cereales integrales, especias, cultivos probióticos (como los del yogur) y la miel, mientras que los productos ácidos son las carnes, quesos, cereales y alcohol. 
¿A quién le conviene esta dieta?.
Según los investigadores, la dieta del pH está indicada para aquellas personas que quieran combatir la obesidad, pero también para aquellos que quieran mejora su salud, prevenir problemas inflamatorios y eliminar toxinas del organismo. 
Un complemento perfecto: actividad física.
Pero la alimentación no lo es todo en la dieta del pH. Es aconsejable practicar ejercicio y que cada persona busque el que se adapte a su constitución física, su edad o su estado. Si bien reconocen que el ejercicio aeróbico, capaz de incrementar la utilización y el flujo de oxígeno en el organismo, es el complemento perfecto. 
Dietas para mejorar la salud del hígado intoxicado.

Una dieta vegetariana o una dieta macrobiótica son las más adecuadas para limpiar ese hígado maltratado.
Si utilizas aceite de coco no hidrogenado también ayudarás a mejorar tu salud.
Desayuno ideal:
A media mañana:
  • 1 manzana o 1 pera.
  • O bien puedes optar por un té de tres años o té verde + tostada de pan de arroz sin gluten con unas gotas de aceite de oliva.
Comidas: puedes elegir cualquiera de estas opciones:
  • Verduras a la plancha, al vapor o hervidas durante 15 minutos + pescado blanco o azul a la plancha.
  • Azukis con verduras y amaranto
  • Arroz integral con verduras + pescado azul a la plancha.
  • Lentejas con quinoa.
  • Ensalada de lechuga, cebolla y zanahoria aderezada con un poquito de aceite de oliva, sal del himalaya, poquita. Incluir siempre en la comida una ensalada, si no tenemos intolerancia. Nunca ensalada en la cena.
Merienda:
Igual que el desayuno.
Cena:

Evitar:

  • Patatas, pimientos, carnes rojas, fritos, mahonesas y salsas, tomates, espárragos, espinacas, remolacha.
  • Embutidos, lácteos todos, frutos secos, frutas y zumos de frutas tropicales, bebidas gaseosas, artificiales, bebidas frías, alcohol, helados, café.
  • Azúcar, miel, siropes y edulcorantes artificiales.
  • Cereales refinados, mejor comer cereales integrales y sin gluten como quinoa, arroz, amaranto, mijo.
Las infusiones que ayudan a limpiar el hígado intoxicado son:
  • En ayunas y después de cenar (mezclar todo junto): Boldo, sauco, romero, melisa, milenrama, hinojo, menta, tomillo, alcachofa.
Es mejor tomar esta infusión en ayunas por la mañana y después de cenar. Estas infusiones debes tomarlas durante un mes o hasta tener limpio el hígado.
Por todo ello, recuerda que si te sientes apático, depresivo, agresivo, cansado, piensa que puedes tener el hígado intoxicado, consulta a tu médico y cambia de alimentación.

Investigación y redacción: equipo de SiSeCuraLaDiabetes José León.

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